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viernes, 17 de julio de 2009

Darkhawk

Darkhawk es sin lugar a dudas uno de los personajes de cómic estadounidense que más me ha hecho soñar y con el que más disfruté siendo un niño en la década de los noventa.

Era un héroe joven, que no tenía todavía definida su moralidad, proveniente de una familia cuyo padre les había abandonado cuando él y sus hermanos le vieron aceptar un soborno de un poderoso criminal.

Por aquel entonces yo ya leía Los Vengadores, La Patrulla-X, Superman, y por supuesto, mi adorado Spider-man. Pero con Darkhawk el vínculo era más fuerte porque yo le había visto nacer y desarrollarse, sin décadas de aventuras en sus espaldas. Aposté fuerte por él y dejé que sus páginas me llevaran a un mundo de fantasía donde los dilemas morales se discutían entre viñetas salpicadas de explosiones y saltos imposibles.

Y después de poco más de un año, la serie se canceló en España.

Quizá ahí comenzó mi camino hacia la madurez: Cuando descubrí que mis sueños podían ser traicionados porque no conseguían grandes ventas, cuando descubrí que un héroe debe vender tebeos y no descubrir si está del lado de los buenos o de los malos.

Además durante años me persiguió el hecho de que me faltaba el número 5 de la colección (número 6 USA, ya sabéis cómo es esto de los cómics es este país) donde salían el Capitán América y Darédevil. El destino quiso que cuando con 24 años fui a vivir a Granada, lo encontrara de segunda mano en la tienda Dune.

Pero que no siguieran sacando cómics de Darkhawk en España, no impidió que yo me imaginara mi propia versión en la que era un joven español el que adquiria esos asombrosos poderes.

Y cuando ya se me empezaba a exigir que entrara en el mundo de los adultos, las tribulaciones de Darkhawk fueron más mías todavía. Y, creo que con 19 años, empecé estas páginas que ahora os muestro, porque creí comprender que mi camino había sido marcado, no como el de Darkhawk, que iba siendo descubierto día a día, número a número. Pero ese camino que ya estaba trazado venía, precisamente, porque leí esos tebeos de pequeño.

Entonces dejé de dibujarlas... porque me di cuenta que mi camino, como el del cómic, podía ser cancelado, pero no, no estaba ni muchos menos marcado. Y ahí quedaron, inconclusas, no como recuerdo de mi dejadez, sino como recuerdo de que todavía tengo muchos bocetos que hacer y diáolgos que escibir en mi vida.

Os dejo ahora con estas páginas. Y os ruego que leais el artículo de la wikipedia española, que fue otro homenaje que me permití rendir a este cómic.

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