–¡Necios! –decía a los transeúntes–.
¿Os movéis para ver muertos? ¿No tenéis espejos por ventura? (…)
¿Vais a ver a
vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos?
El día de difuntos de 1836. LARRA; Mariano José. El Español, n.º 368, 2 de noviembre de 1836.
Aquí se va a hablar fundamentalmente de dos cosas: De mí y de los cómics y serie de televisión conocidos como Los muertos vivientes o The Walking Dead si es que te manejas mejor con el inglés.
De mi persona no voy a contar nada extraordinario y de la serie... No es que te vaya a revelar demasiado de la trama, la verdad, soy muy
comedido. Ojo ahí, no obstante, si no quieres que te destripe nada de nada,
sal de esta página, apaga el ordenador y el móvil y vete a recluirte a una
cueva al menos a 2 quilómetros de la mía. Ahora bien, si llevas la serie de
cómics y de televisión al día y/o te gusta vivir al límite leyendo mis
desvarios, sigue bajo tu propia responsabilidad.
Se acerca San Valentín y a mucha gente sin pareja le corroe una especie de
congoja por no haber encontrado aún el amor. Pero… ¿y a la gente con pareja?
¡Ah! ¡Qué presión superarse año tras año!¿Eh?¡Qué democrática esta fiesta
“inventada” (¿cuál no lo es?) que hace que nos sintamos igual de mal teniendo pareja que no teniéndola!
Ya, que quizá no es una cuestión de tener pareja o no. Quizá el no saber cómo afrontar estas fechas viene de que somos imbéciles y ya está. Pero ¡eh! ¡que esto es Internet! ¿Desde
cuando se admite aquí que algo es culpa nuestra y no de los demás?
Pero
no he venido aquí a hablar de eso, no. Fatal tendría que estar yo para hablar
de temas de pareja y peor aún vosotros y vosotras para querer leerlo. Aquí se viene
a hablar de The Walking Dead ante el inminente estreno de la segunda parte de
la temporada. Ya veis qué cosas… Aquello de la cesura y los hemistiquios
parecía muy de versos alejandrinos, pero a las productoras estadounidenses les
ha dado por trasladarlo al lenguaje audiovisual y nos cortan sin venir a cuento las temporadas.
El estreno tendrá lugar el 12 de este mes de febrero y en España anunciaré dónde y cuándo lo podremos ver tan pronto me llegue el cheque de las compañías que lo emitirán. Estaría bueno que fuera a trabajar gratis para ellas.
A lo que iba, que siento más emoción por el estreno de los nuevos episodios que por la llegada de San Valentín.
Me encanta todo lo relacionado con los zombis. Desde que descubrí la
obra de George Romero, su inquietante La Noche de los muertos vivientes, siendo un adolescente, profeso una total
fascinación por todo lo relacionado por estas asquerosas criaturas en constante decadencia (¡Eh! ¡Si los humanos somos precisamente eso!). Es especialmente curioso que
sienta esa admiración por algo tan nauseabundo yo, que me mareo solo con tener un
padrastro. Me estoy poniendo malo solo de pensarlo… No os digo más. Pero es
algo que me sucede mucho: También tengo un miedo irracional a las arañas (esto
es como lo de “fiesta inventada”, ¿qué miedo no es “irracional”?) y me fascina
Spiderman. Supongo que no es nada que toda una vida en terapia no cure
¿verdad?
Me quiero convencer a mí mismo de que "es una afición" pero es algo así como una mezcla de síndrome de Diógenes y adicción. |
No voy a ser el primero que hable de las concomitancias de los zombis y nosotros mismos como sociedad consumista y capitalista: una horda de seres, apenas humanos, descerebrados, que erramos buscando devorar sin saber muy bien por qué ni cómo. Los paralelismos entre nosotros y los zombis son especialmente patentes en el metro de Madrid entre las 6 y las 8 de la mañana. Los olores que despide mucha gente y su renqueante forma de caminar… brrrr.
Ya se ha hablado mucho de ello. Pero parecen pasar desapercibidos otros aspectos de
este subgénero, no ya como metáfora, sino como fábula.
Por ejemplo, es patente en esta producción el marcado concepto de “ellos” y “nosotros” deshumanizando al contrario
hasta el paroxismo, llegando hasta a cosificarlo… Da igual que sean zombis o humanos. Todos son "ellos" para todos. A eso, se suma vivir con miedo, evitando ser “el otro”… La
revelación tardía de que el peligro de la amenaza radica en su número y su
proximidad… El mal que se desata de
pronto sin que nadie supiéramos ver las señales, pero que estaban ahí… Ese
ditirambo de la violencia como respuesta al caos… Los litros de sangre y los
quilos de casquería desperdigados por ahí…
Todo, absolutamente todo lo que encuentro de atractivo en el género zombi
en general, lo dicho arriba y aún más arriba, se puede encontrar en particular
en The Walking Dead.
Se ha dicho por ahí que esta serie ha hecho ganar a Trump. Yo, que soy un enamorado
de la hermenéutica no podía entenderlo mejor.
Portada del número 48 de la colección de cómics. La he sacado de Internet, @policía. |
Tanto en la serie como en el cómic, están muy identificados los personajes
“demócratas” y los personajes “republicanos”. Los primeros, están a favor del
aborto, en contra de las armas y siempre retrasan al grupo y terminan
indefectiblemente o muertos o liándolo todo de mala manera. Los segundos son
los que tiran adelante, los que nunca causan nada, pero están dispuestos a
resolverlo todo, valoran la vida (su vida y la de los suyos, ojo, no toda la vida)
y defienden el uso de la armas. Solo llegan a emplearlas, eso sí, cuando agotan
todos sus otros recursos. Lamentablemente, no es que tengan “otros” recursos.
Por supuesto, todo personaje vinculado a la política de una u otra manera,
bien por “mote” (i.e: “El Gobernador”) o por profesión (i.e: la senadora o
senador Monroe según consideremos televisión o cómic, respectivamente) son o la maldad
personificada, o unos inútiles, o todo a la vez.
Temas como la construcción de muros, el abrirse o no a otras “comunidades”
(a otras culturas o países, vamos), o la necesidad de lanzar “ataques
preventivos” no le son ajenos tampoco.
No hagáis caso a muchos de los comentarios que leáis por ahí: La serie de televisión y el cómic son perfectamente disfrutables juntos y como complemento. |
El cómic, quizá por llevar más tiempo o quizá porque es un medio que es
capaz de pasar más “desapercibido”, trata directamente temas como el
nazismo y la añoranza de tiempos más “sencillos”; una búsqueda de una nación
como la de antaño, anterior aún a la del “incidente”.
Por supuesto que no creo que eso haya influido en el voto de nadie. No, en
serio. No creo que ningún votante indeciso tras ver algún capítulo haya dicho: “vaya toalla con esto de los zombis, voy a votar a Donald Trump porque si no se va a
armar”. No creo que esta serie la vean solo republicanos (¿acaso todos los que
disfrutamos tanto de la serie de televisión como del cómic lo somos? porque yo,
desde luego, no). Por supuesto que no creo que esta serie sea una loa a las
virtudes republicanas (¿y qué si lo fuera, por otra parte?). Sí creo que The
Walking Dead trata de temas que tocan muy directamente a los estadounidenses de una forma y a través de un medio accesible a una gran audiencia. En ese sentido cumple la función de la fabula, al aterrizar inquietudes y miedos del ciudadano y cerrarlas con una moraleja. No de forma explícita, claro, pero de manera clara y contundente. Terminar "muerto" o "vivo" es lo que valida una u otra forma de ser.
En definitiva, esta serie puede ser culpable única y exclusivamente de que trata temas de su tiempo disfrazados de ficción. Y eso es algo que han hecho de toda la vida series como Bonanza (David Dortort, 1959), La casa de la pradera (Blanche Hanalis; 1974) o Cosas de casa (William Bickley, Robert L. Boyett, Thomas L. Miller; 1989).
En definitiva, esta serie puede ser culpable única y exclusivamente de que trata temas de su tiempo disfrazados de ficción. Y eso es algo que han hecho de toda la vida series como Bonanza (David Dortort, 1959), La casa de la pradera (Blanche Hanalis; 1974) o Cosas de casa (William Bickley, Robert L. Boyett, Thomas L. Miller; 1989).
Steve Urkel aprueba esto. |
Hala, ahí queda eso.
Mientras… a seguir disfrutando de The Walking Dead e id cogiendo ideas
para cuando a nuestros falócratas y heteropatriarcas dirigentes se les vaya el poco seso
que tienen y manden todo a hacer gárgaras.
Cualquier cosa, me paráis en la calle o me escribís un comentario o al
Twitter. Al Facebook no, que me he quitado.